Desde que se instalaron en Alcázar los caballeros de San
Juan, la parroquia de Santa María la Mayor, la más antigua de la diócesis de
Ciudad Real datando de 1226, se erigió en honor a Nuestra Señora de la
Asunción, advocación que los caballeros sanjuanistas llevaban por bandera.
A Ella estaba dedicado el patronazgo de la recién nombrada
villa, con escudo de armas incluso, y a Ella está dedicada una de las cantigas
del rey Alfonso X el Sabio. A Ella se encomendaron los monjes guerreros –y un
ilustre paisano, Miguel de Cervantes- un 7 de octubre de 1571 en mitad de la
batalla de Lepanto, al rezo del Santo Rosario en cuyo honor comenzó a
celebrarse la festividad del primer domingo de octubre para celebrar la
victoria sobre el infiel.
Esta es la historia de María Santísima del Rosario Coronada,
nuestra patrona, cuya advocación cambió de la Asunción a ésta en acción de
gracias por la intercesión de María en aquella batalla. Esta es la historia de
uno de los días más célebres de nuestra localidad: el primer domingo de
octubre.
Se tiene constancia de la existencia de la archicofradía en
1617, cuando se detallan los bienes de la Virgen del Rosario en la visita del
Gran Prior, entre los que destacan una corona de oro, varios rosarios de oro,
plata, aljófar y azabache, así como un velo de tela de oro (1).
En cambio, de la celebración del primer domingo de octubre,
conocido como Día de la Virgen, tenemos constancia por vez primera en 1632,
gracias a un documento en el que se prepara una corrida de toros en honor a la
Virgen del Rosario el día 5 de octubre (2). No obstante, el objetivo de estas
líneas es andar más en el tiempo y ver cómo eran las fiestas patronales del
siglo pasado, después de la Guerra Civil española.
Imagen de la Virgen del Rosario anterior a 1936 |
La Imagen de María Santísima del Rosario, que iba a ser
coronada a principio de la década de los treinta, desapareció en los terribles
sucesos de la contienda, así como la mayoría de sus bienes, quedando sólo tres
mantos. Por ello, el primer objetivo de la reorganizada junta directiva era el
de conseguir una nueva imagen. Sucedió en 1942, cuando una familia devota
regaló una imagen del imaginero madrileño Coullaot-Valera. En 1943 la hermandad
regaló a la Virgen una gran corona (3).
Así las cosas, se retomaron de nuevo las fiestas patronales
que poco a poco se irían engrandeciendo hasta las que conocemos hoy en día. El
primer paso que la archicofradía decidió dar fue la edición desde 1940 de un
libro que se ha publicado ininterrumpidamente hasta hoy en el que, además del
programa de actos, se publicaban artículos dedicados a María.
Las fiestas patronales consistían entonces en la celebración
de la novena en honor a la Virgen del Rosario, la salve cantada en la víspera, el
rosario de la aurora –a las 5,45 de la mañana del día de la Virgen- y la
función principal. Además, se celebraba la reseña días antes de la fiesta, en
la que los miembros de la junta iban por las calles anunciando lo inmediato de
las fiestas, como también lo hacía la diana que a primeras horas de la mañana
hacía la banda de música.
Las fiestas culminaban con la procesión de la Virgen del
Rosario a mitad de la tarde, procesión siempre llena de devotos de la Virgen y
celebrada con la gran solemnidad que aportaba la banda de música, que, desde su
existencia, acompañaba a la patrona en su triunfal procesión. Para ello, las
calles del pueblo se engalanaban y preparaban para ser honradas por el paso de
la Virgen, quien paraba en las casas de los enfermos que así lo solicitaban.
A la entrada el pueblo se unía en vítores y piropos a la
Virgen del Rosario, explosión de fervor que también se plasmaba en una traca en
ese momento. Culminaba el acto con las palabras que un párroco –generalmente
alcazareño, regalaba a su Madre. Así lo hicieron en su momento Jesús Romero,
Ramón Pareja, Evaristo Arias, fray Patricio Panadero, fray Indalecio Casero,
Ángel Abengózar, Pedro Rivas, Manuel Ortega o Matías Baño. Hoy lo hace Longinos
Abengózar (4).
Para la celebración de las novenas, la hermandad cuidaba que
fueran predicadores de gran calado y por ello venían de todo el país para
dedicar sus palabras a la Virgen del Rosario. En 1946 el predicador fue José
María Arnau, jesuita procedente de Barcelona (5), y en 1954, Claudio de la
Parra y Porras, capellán de la Academia de Artillería de Segovia (6); en 1958
el predicador fue el alcazareño Matías Baño (7); en 1960, el capuchino Jesús
María de Encimas, procedente de Salamanca (8); en 1967 el predicador fue Juan
Benavent Benavent, procedente de la catedral de Valencia, una de las novenas
más concurridas y de gran éxito (9). Constancia queda en la memoria de los
alcazareños de la solemnidad de las novenas y de la magnífica actuación del
coro parroquial, así como de la exquisita decoración de la parroquia con
guirnaldas y exornos florales.
La Virgen del Roario portando los atributos de Alcaldesa |
Avanzando en el tiempo, uno de los momentos que ha pasado a
la historia de la archicofradía del pasado siglo fue el nombramiento de la
Santísima Virgen del Rosario como Alcaldesa Perpetua de la Ciudad, acto que
tuvo lugar el día de la Virgen de 1954 en presencia del obispo de la diócesis
de Ciudad Real. Dicha efeméride se celebró ese año por ser Año Mariano, una
propuesta que fue muy bien recibida por la corporación municipal y por el
pueblo en general. De hecho, con motivo del Año Mariano, la Virgen del Rosario
fue llevada a Ciudad Real el 8 de diciembre junto con el resto de patronas
marianas de la diócesis. El programa de actos de ese año quedó así: salve
cantada y pólvora la víspera de la fiesta, rosario de la aurora a las 5,45
horas del primer domingo de octubre y posterior misa de comunión general. A las
10,30 tuvo lugar la entrega de atributos de alcaldesa y después la función
principal. Después, a las 12 se celebró
un festival de motos con carreras de obstáculos y de velocidad y un rato
después, la inauguración del adoquinado de varias calles. A las 13 horas se
inauguró por primera vez la I Exposición provincial de Dibujo y Pintura en el
Salón de Sesiones del Ayuntamiento, un premio del que hablaremos más adelante y
que cada vez revestía de más importancia y que ya en su primera convocatoria
reunió un total de 90 obras artísticas. Por la tarde, se celebró una corrida de
toros –acto bastante común- y después la procesión. Por último, a las 23 horas
en el Teatro Crisfel se preparó un concierto de la orquesta del Sindicato
Español Universitario (10). El párroco alcazareño Manuel Ortega Díaz dejó
escrito sobre el nombramiento de la Virgen Alcaldesa Perpetua: “Este es mi
Alcázar. Ya tenía Reina, ya tenía Madre, ya tiene una Alcaldesa divina que
protegerá siempre a los hijos hidalgos de este pueblo, que es todo y para
siempre de su Virgen del
Rosario. Yo lo vi y esa visión está tan grabada en mi
alma que jamás se borrará” (11).
Como decíamos, desde 1954 se celebra con motivo de las
fiestas patronales la Exposición provincial de Dibujo y Pintura que tenía gran
alcance entre los artistas regionales, ampliándose luego a premio regional y
estatal. El premio tenía tres categorías: óleo, acuarela y dibujo, con otra
categoría especial para temática manchega. Para hacernos una idea de la
importancia del certamen, podemos decir que el primer premio de óleo oscilaba
en 10.000 pesetas los primeros años y que luego subió a 12.000 pesetas. Las
obras artísticas que optaban al premio rondaban cada año el centenar. Por
ejemplo, el primer premio de óleo en 1966 lo ganó José Herreros Galán con la
obra La calle (Campo de Criptana) y en la categoría de temas manchegos, Ignacio
Crespo con Pájaros de piedra, que obtuvo un premio de 3.000 pesetas. Dicho año,
1966, la Fundación Mazuecos organizó, dentro de este concurso, un apartado
para
artistas locales, que ganó José Luis Samper con Portadas de la calle de Santa
Elena, con un premio de 3.000 pesetas (12). Años después, sería José Luis
Samper quien promoviera en 1975 el premio Sánchez Cotán, premiado con 12.000
pesetas (13)
Como venimos anunciando, poco a poco se trataba de engrandecer las fiestas patronales
y rendir honor a la Virgen del Rosario, algo que en 1959 se consiguió cuando
estrenó el manto rojo bordado por las monjas trinitarias de San Clemente
–algunas de ellas alcazareñas- en oro que llevaría en la procesión durante años
(14). Hasta ese momento, la Virgen procesionaba con el manto blanco que el
pueblo regaló a su patrona en 1930 con motivo del LXXV aniversario de la
definición dogmática de la Inmaculada y en el que se puede leer que era un
regalo de “Alcázar a su patrona” (durante esos años también se hablaba de la
posibilidad de coronar canónicamente a la Virgen). Cabe destacar que era
costumbre entre la población coger los flecos de dicho manto blanco para
ponerlos entre las sábanas de los enfermos, en los petates de los quintos o en
los bolsillos de los estudiantes ante un examen como reliquia. Dicho manto, uno
de los que no desapareció con la guerra, apareció en el Ayuntamiento de la
localidad junto con la túnica de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado. Hasta
1930, la Virgen procesionaba con el conocido manto de “la Pantoja”, que le fue
regalado a la Virgen a principios de siglo. Hasta dicho obsequio, hasta 1904,
la Virgen salía en procesión con el manto que le regaló don Juan de Austria,
quien dicen que se retiró a Alcázar para poder estar cerca de nuestra Virgen
del Rosario.
Dicho año, en 1959 se bendijeron y estrenaron unas banderas
nuevas, las que tenían el privilegio de portar en todos los actos del año los
capitanes, quienes cada año ofrecían la celebración de la Candelaria. Las
anteriores banderas databan de 1910 y las actuales, de 1999 (15). Manda la tradición
que las banderas le fueran echadas a la Virgen durante la procesión, un gesto
que también es tradición hacérselo a Jesús Nazareno en Pentecostés. 1959 fue
uno de los pocos años en los que la procesión no hubo de celebrarse el primer
domingo de octubre por las inclemencias del tiempo. Se tiene constancia que
ocurrió también en 1923, 1969 y 1998, celebrándose el domingo siguiente. La
única vez que se prohibió celebrar la procesión fue en 1931 por lo agitado del
panorama político. Durante la Guerra Civil no se celebró tampoco. No llovió el
primer domingo de octubre de 1988 pero la procesión tampoco hubo de celebrarse,
debido a la fuerte tormenta y granizada que cayó el 30 de septiembre, último
día de novena. Fue tan fuerte la tormenta y tantos los daños provocados en el
campo –en vendimia, obviamente- que la junta decidió suspender los actos,
excepto la función principal. De hecho, no pudo culminarse la novena que vino a
predicar desde Sevilla Manuel Garrido Orta, con gran éxito, y por esa razón fue
llamado a predicar el año siguiente. Dejó constancia de lo ocurrido en el libro
de 1989: “Al final nos mandó el Señor pedriscos y granizadas nunca vistos.
Quizás para probar si esta era una Tierra de Hermanos, y si Alcázar sabía,
además de amar a la Virgen, amar a la gente. ¡Y sí! Hubo mucho de esto. Y Ella
no salió. Era normal. Pero Alcázar hizo su procesión y desfiló ante Ella. Los
granizos quedaron como señal histórica de último día de Novena. ¿Que si me
gustó la granizada? Pues no. A mí las granizadas me gustan de limón y en un
vaso. Vuelvo este año. A ver si lo veo todo entero.” (16). La procesión, como
dice Garrido, fue la que los alcazareños hicieron hacia el camarín para
aferrarse a María en tan difíciles momentos.
Otro de los años que está marcado en la historia de la
archicofradía y en el recuerdo de muchos alcazareños fue cuando se le impuso a
la Virgen del Rosario la Medalla de la Ciudad en 1966, efeméride de la que
ahora se cumplen cincuenta años. Se puede rastrear la intención de conceder
esta condecoración a la Virgen desde 1961 pero el acto tuvo lugar, como hemos
dicho, el día de la Virgen de 1966. Las fiestas de ese año estuvieron
organizadas por una comisión de honor presidida por el general Alfredo Galera,
José María Aparicio, Fernando Benavent, Román Alberca Lorente y Francisco
Molina Alcañiz. Participaron también en la organización el alcalde Eugenio
Molina, Ricardo Pinilla y Félix Rodríguez –ambos párrocos-.
Los actos se sucedieron como lo venían haciendo años
anteriores, sin cambiar nada, hasta que llegó el primer domingo de octubre y,
tras el rosario de la aurora y la misa de comunión general, a las 10,30 de la
mañana la Virgen del Rosario fue en procesión a las puertas del Ayuntamiento,
en cuya plaza se encontraba un gran gentío esperando para ver tal especial
momento. Primero se leyó el acuerdo del pleno municipal y después se procedió a
imponer la medalla a la Virgen, quien fue llevada de vuelta a la parroquia para
presidir la función principal en su honor. Al acto acudieron distintas personalidades,
como el gobernador civil o el presidente de la diputación, quienes también
acudieron bastantes años a la función solemne. Ese año, el coro interpretó una
misa festiva en castellano de García Alonso y hubo después un vino de honor (17).
Se incluyó entonces para celebrar dicho acto una exposición
popular mariana con estampas y fotografías de las patronas marianas de todas
las ciudades y pueblos de España.
La procesión de ese año fue tanto o más especial que en años
anteriores, ya que una multitud de alcazareños acudió a acompañar a su Madre en
triunfal procesión por su pueblo. Ese año las notas musicales no sólo corrieron
a cargo de la banda municipal, sino que se alternaba ésta con la banda de la
Guardia Civil, que tocaba las gaitas al bajar la Castelar y que, además, hacía
guardia de honor a la Virgen con el traje de gala. No es el primer año que la
Guardia Civil o la Policía municipal hace guardia de honor a la Santísima
Virgen del Rosario en su procesión. Tampoco es la primera vez que hay dos
bandas o grupos de música acompañando a la Virgen, algo que ya sucedió en 1905,
1929, 1945, 1979 ó 1992 y que también va a suceder este año de 2016 (18).
Tal era la alegría del pueblo ese año e 1966 que surgió la
idea de regalar a la patrona una nueva carroza, que sería costeada por el
pueblo y que estrenaría tan sólo un año después de haber sido propuesta, en
1967, y que fue hecha por el alcazareño Miguel Alaminos. Hasta ese año, la
Virgen procesionaba en una carroza de ruedas hecha en 1944 y hasta ese año, lo
hacía en unas andas a hombros. La carroza siempre fue llevada por grupos o
familias que lo tuvieran ofrecido a la Virgen y no es hasta los años noventa
cuando vemos a las mujeres vestidas con el traje de gala de manchega pasear a
nuestra Virgen del Rosario por su pueblo. Lo hacía y lo sigue haciendo bajo un
arco sostenido por columnas salomónicas que data del siglo XVIII y que ha sido
restaurado y dorado en 1923, 1940 y 1990 (19).
Fue en esta década cuando la procesión cambió de horario y
pasó de ser a mitad de la tarde a las primeras horas de la noche, aprovechando
el alumbrado eléctrico estrenado y la iluminación de la propia carroza.
Al año siguiente, en 1967, se enriquecen las fiestas
patronales con otro de los actos que perdura en la actualidad, como es la
entrega de los diplomas a los llamados “Alcazareños Ausentes”, alcazareños que,
por diversos motivos, viven alejados de su pueblo y que aprovechan las fiestas
de su patrona para volver a casa. Uno de los diplomas de ese año fue para el
párroco Longinos Abengózar (20).
Cabe resaltar que, con motivo de las obras realizadas en el
altar mayor de la parroquia de Santa María, en 1969, se hubo de instalar en el
coro el altar para la novena y la función en honor a la Santísima Virgen del
Rosario, año en que la función solemne recayó en Ricardo Pinilla y a la que,
como siempre, acudieron un gran número de autoridades y representaciones, así
como pueblo en general. Después de la celebración en el templo se inauguró el
monumento a la Madre que encontramos en la placeta de Santa María, un acto
entrañable en el que dedicaron unas palabras de agradecimiento a la Madre de
Dios y a nuestras madres un niño del colegio de la Stma. Trinidad, el teniente
alcalde y promotor del monumento, Luis Belmonte Cuartero, el alcalde y el
párroco (21).
Seguimos andando en el tiempo y llegamos a 1982, el primer
año que tiene lugar la ofrenda de flores a la Virgen del Rosario la tarde de la
víspera de la fiesta, uno de los actos de más concurrencia y éxito y que no es
sino prueba de amor de un pueblo entero a su patrona. A la ofrenda se añadió la
reseña que antes hacía la junta directiva y los capitanes para anunciar la
fiesta, por lo que hoy en día, se celebra la tarde del sábado anterior al
primer domingo de octubre la reseña por las calles de Alcázar y la posterior
ofrenda de flores. Aunque, a decir verdad, no sólo son flores lo que se ofrece
a la Virgen, también productos típicos, uvas y mosto y, un año, hasta una
corona. Fue a finales de los ochenta cuando el grupo de mujeres que reza el
rosario los jueves, llevó a los pies de María una corona, quizá no de valor
material pero sí de gran valor sentimental, una corona cincelada por un
exdrogadicto que sería la que en 2002 el obispo utilizara para la coronación
canónica y pontificia.
Poco hemos dicho del recorrido de la procesión de la Virgen,
porque poco ha cambiado del que conocemos hoy en día. Sin embargo, sí se dice
en 1984 que se metió después de la calle Miguel de Unamuno por la calle Horno para salir a la Avenida Criptana y bajar entera la Castelar (22). Dicho
recorrido creemos que lo hizo un par de años.
Un año después, en 1985, la Virgen del Rosario estrenó un
manto blanco que hicieran de nuevo las monjas trinitarias de San Clemente y que
fuera diseñado por el arquitecto alcazareño José A. Ramos Abengózar. En 1987 la Virgen fue restaurada por el imaginero sevillano Álvarez Duarte.
Las fiestas de la Virgen del Rosario eran conocidas
popularmente como la feria chica del pueblo, ya que la feria tenía lugar a
principios de septiembre, pero poco a poco se añadía alumbrado especial y
llegaban atracciones e instalaciones para el divertimento de los más pequeños.
Así, se organizaban también juegos infantiles en la placeta y en 1983 se
celebró por primera vez el Torneo Virgen del Rosario de fútbol sala, que se
mantiene hoy en día y que es la competición de fútbol más longeva de la ciudad.
La década de los noventa comienza con el hermanamiento de la
archicofradía con la hermandad de Santa María del Alcázar, patrona de Baeza, Jaén.
Desde entonces, representaciones de ambas hermandades han acudido a la
festividad de cada una, siendo la jienense el 15 de agosto (23). Tradición que,
aunque con algún cambio en la continuidad de las visitas, se mantiene hoy en
día. De hecho, este año vendrá una representación de dicha hermandad para la función
principal y la procesión.
Pero la década de los noventa está marcada por la relación
de la hermandad con las monjas de las Hermanas de la Cruz y las Hermanitas de
los Ancianos Desamparados. En 1992 se bendijo la primera piedra del asilo de
las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y en 1997, el día de la Virgen, se
bendice el convento de las Hermanas de la Cruz, cuya residencia lleva por
nombre Virgen del Rosario.
Los últimos años de siglo la hermandad miraba ya de frente
la posibilidad de coronar canónicamente a la Virgen del Rosario, un deseo
frustrado en los años treinta y a mitad de siglo pero que se vería culminado
aquel 31 de mayo de 2002 cuando nuestra patrona, la Santísima Virgen del Rosario
fue coronada canónica y pontificalmente, momento que todos guardamos con
especial cariño e ilusión en nuestra memoria. Sin duda, una muestra más del
amor de Alcázar a su Reina y Madre, que ya era Alcaldesa Perpetua y que desde
entonces sería Coronada.
Poco más desde entonces han cambiado las fiestas patronales:
se ha añadido el acto del pregón, el nombramiento de damas de la Virgen, niñas
que lucen su traje manchego con la Virgen todo un año en cada una de sus
celebraciones, la celebración de unas gachas populares la noche del sábado
anterior, etc. Sin embargo, la esencia, la intención de honrar y gloriar a la
Santísima Virgen del Rosario Coronada, permanece intacta.
Cristina
1 – A la Virgen del Rosario 1953
2 – A la Virgen del Rosario 1955
3 – A la Virgen del Rosario 1943
4 – A la Virgen del Rosario 2000
5 – Lanza, 03-10-1946, p. 2
6 – Lanza, 23-09-1954, p. 2
7 – Lanza, 08-10-1958, p. 6
8 – Lanza, 29-09-1960, p. 8
9 – Lanza, 05-10-1967, p. 7
10 – A la Virgen del Rosario 1954 y Lanza, 04-10-1954, p. 3
11 – A la Virgen del Rosario 1992, p. 26
12 – Lanza, 06-10-1966, p. 6
13 – Lanza, 28-09-1975, p. 6
14 – A la Virgen del Rosario 1989, p. 8
15 – A la Virgen del Rosario 1999
16 – A la Virgen del Rosario 1989, p. 7
17 – Lanza, 06-10-1966, p. 6
18 – A la Virgen del Rosario 1999
19 – Ídem
20 – Lanza, 05-10-1967, p. 7
21 – Lanza, 08-10-1969, p. 10
22 – Lanza, 28-09-1984, p. 14
23 – A la Virgen del Rosario 1991, p. 19
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