5 de julio de 2011


En todo pueblo de nuestra querida piel de toro existe un tonto, una persona (por llamarlo de alguna manera) que no tiene ninguna rémora física o psíquica, pero que vive por y para su tontería.

Se mira al espejo y se ve el más guapo, el más listo, el más sabio, el único, el mejor. Y de ese egocentrísmo surge el que él cree que es su derecho (supranatural) a intervenir en la vida de los demás. De ahí que no sepa, ni pueda vivir sin estar atento a lo que hacen otros, por lo cual conoce la vida de los demás, más que la suya, hasta el punto de llegar a no tener una vida propia, sino una vida que es "la vida de otros", en la que tiene la necesidad de intervenir constantemente.

Sin duda tiene un grave problema psicológico. Pero no lo ve. Llega incluso a sobrepasar los límites de lo admisible. Pero se cree con todo el derecho. No sabe donde está la línea que separa su vida de la de los demás. Llega incluso al acoso.

Y así va dando palos, con su tontería por bandera, a todo el que considera merecedor de su "justicia". Un palo, por aquí, otro por allí... Hasta que un día, que le llega más tarde o más temprano, al comprobar la reacción de la persona a la que está dando palos, se descoloca y lo único que sabe es multiplicar su tontería, reafirmándose en su problema y ahondando en su angustía.

Este pobre tonto, que no es más que un mediocre en cuyo interior hay una fuerza que le impide dejar destacar a los demás sobre él, acaba siendo un pobrecito inútil, cuyas mentiras y vergüenzas quedan al aire y le convierten, a ojos de todo el mundo, en lo que ya es en su interior, el auténtico tonto del pueblo.

Además en su vida privada (la poca que tiene) suele esconder un secreto, por el que se siente muy acomplejado. Pero eso no es obstáculo para realizar su misión de tonto con valentía y esmero.

El tonto del pueblo cree que la frase "un tonto jodió un pueblo" es ley. Por eso no para de maquinar formas y maneras de "joder" a aquel o aquella por el que siente tanto odio (que no es más que envidia).

Nuestro pobre tonto no comprende que al final cada uno queda por lo que es y, por tanto, la persona o coletivo al que ataca queda muy por encima de él y libre de todo el daño que le ha intentado hacer y él, pobrecito tonto, queda marcado, de por vida, con su más que merecido título de TONTO DEL PUEBLO.

No comprende nuestro tonto que debe dedicarse a él mismo, sin importarle lo que hacen otros, sin criticar la actitud de los demás o sus formas de hacer o de vivir. Porque en esta vida estamos para convivir, respetándonos y viviendo sin hacer daño a los demás. Así nos lo aseguran,además, las leyes. ¿Tendrá que explicarle a nuestro tonto todo esto un juez?

Estamos viviendo una época en la que la persona está alcanzando su plenitud de derechos (aunque todavía queden muchos por conseguir) y aún sigue habiendo personas que no pueden vivir sin "mirar" lo que hacen sus vecinos o, lo que es lo mismo, sin criticar, envidiar e impedir el normal desarrollo de la vida de los demás. En nuestra Mancha nos conformamos con llamarlos "bacines" ¿no será algo más que bacinería lo que tienen?. Nuestro tonto del pueblo, no obstante y para no confundirnos, hace años que superó la calificación de bacín.

En suma, tratamos con un personaje que puede ser dañino, pero que tratado como lo que es, un auténtico y verdadero tonto, todo queda en anécdota y aprendizaje (para cuando nos encontremos con otro ser similar), encontrándonos con un simple y mero payaso (con todo el respeto para quienes ejercen esta dignísima profesión) cuya relevancia no es mayor que una ventosidad expelida a primera hora del día...

Esta reflexión está dedicada al tonto de Alcázar que se dedica a hablar de una Cofradía de nuestro pueblo en un conocido foro de internet local. Te lo explico, por si no has entendido que va dirigido a tí y para que sepas que todo el daño que haces es el que producen los músculos faciales al contraerse al reir. Un beso, campeón.

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