12 de abril de 2012




Fotos: archivo y manchainformación.com

El Viernes Santo, a las once de la noche, salia de la Parroquia de Santa Quiteria V.M. la última de las Estaciones de Penitencia de Alcázar de San Juan (entienda el señor ortodoxo de la lengua que también se puede denominar así al desfile procesional realizado en una localidad dónde no existe Santa Iglesia Catedral, ni Santuario dónde realizar parada ante el Santísimo, teniéndolo en el Sagrario de la propia Iglesia o Parroquia desde la que se sale, con el objeto de hacer penitencia o sacrificio a Dios, a la vez que catequésis plástica en la calle, en el período de Semana Santa, sabiendo y conociendo que la Estación de Penitencia se hace hacia el corazón y con el corazón).

La bella Imagen de Castillo Lastrucci, de la Real e Ilustre Esclavitud de Damas de Nuestra Señora de la Soledad, procesionó bajo su Palio de negro luto, que estrenaba varales, además de saya, acompañada de una veintena de mujeres vestidas de negro y de cuidada y sobresaliente mantilla española, además de hermanos de túnica de todas las Cofradías de Alcázar.

El silencio fue la nota predominante durante todo el recorrido. Un silencio rotundo, apabullante, indicado para reflexionar sobre el dolor de la Madre herida, sobre el porqué de lo que había pasado aquel Viernes Santo de hace casi dos mil años y también, como no, para pedir al Padre perdón por los pecados.

En torno a la una de la madrugada finalizaba esta Estación de Penitencia que contó con una mayor participación que en otros años, a pesar del mucho frío reinante.

Madre de Soledad,
dulce amor entregado,
nadie tuvo piedad
de tu Hijo amado.

Dolorosa rosa escogida
dejame secar ese llanto
para poder verte, Madre mía
plena de todo tu encanto.

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