La mañana parecía más propia del invierno y amenazaba la lluvia, sin embargo la Borriquita, organizada por la Parroquia de Santa Quiteria, pudo realizar su Procesión del Domingo de Ramos, acompañada de muchos pequeños y con gran seguimiento de público en las calles.
A las 11:00 en punto daba comienzo la Eucaristía en el transcurso de la cual se celebra la Procesión de Palmas o de la Borriquita.
Acompañó musicalmente al Paso la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús del Perdón, interpretando con mucha maestría, pese al corto tiempo de preparación, algunas de las marchas de agrupación más señeras como Alma de Dios o Salve. El adorno floral del Paso fue realizado por las Flores de Prado.
Representantes de Cofradías y Hermandades, autoridades y numerosos fieles acompañaron la Procesión que transcurrió sin incidencias, aunque con un frio gélido.
Marchaba por delante subiendo a Jerusalén. Y sucedió que, al aproximarse a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos,
diciendo: "Id al pueblo que está enfrente y, entrando en él,
encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún
hombre; desatadlo y traedlo.
Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita."
Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", diréis esto: "Porque el Señor lo necesita."
Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había dicho. Cuando desataban el pollino, les dijeron los dueños: "¿Por qué desatáis el pollino?". Ellos les contestaron: "Porque el Señor lo necesita."
Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús. Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino.
Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto.
Decían: "Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas."
Y lo trajeron donde Jesús; y echando sus mantos sobre el pollino, hicieron montar a Jesús. Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino.
Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto.
Decían: "Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas."
(Lc 19, 29-38)
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