29 de marzo de 2013













      
Con cierto retraso motivado por la tardanza de la Hermandad de la Oración en el Huerto en pasar por el Altozano de la Inmaculada comenzó la Estación de Penitencia de la Cofradía de Jesús Caído, La Verónica y la Dolorosa que hubo de recortar su recorrido ante la inesperada presencia de la lluvia.

     Abriendo el cortejo, tras la Cruz de Guía, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de los Dolores de Herencia acompaño musicalmente al Paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia. Bella talla que representa el momento del escarnio y burla de los soldados romanos a Jesús tras ser azotado y antes de cargarle con su cruz.

     Tras el Paso del Cristo de la Humildad, el Paso de Nuestra Señora de los Dolores, la Reina del Altozano, en una posición inusual, ya que no cerraba el cortejo, lo que si hacía el Paso de Misterio de Jesús Caído y La Verónica. 

     Con motivo del 25 aniversario de la fusión entre la Cofradía de Jesús Caído y la Verónica con la Hermandad de la Virgen de los Dolores, la Junta Directiva decidió que la Virgen de los Dolores procesionará antes que Jesús Caído hasta la Plaza de España, lugar dónde, tras un Encuentro entre ambos Pasos, cada uno ocupó su tradicional lugar, pasando a cerrar el cortejo procesional La Dolorosa. El adorno floral de los Pasos fue de Las Flores de Prado

     El Paso de la Virgen fue musicalmente acompañado por la Banda de Música de Alcázar de San Juan, con más de setenta músicos, interpretando Marchas de Palio soberbiamente, con muchísima maestría y calidad, cada vez mayor, lo cual es prueba del gran esfuerzo y trabajo que sus componentes vienen haciendo.

     Llegada la Procesión a la calle Emilio Castelar apareció la lluvia, que según las previsiones no debía hacer acto de presencia hasta la madrugada, por lo que la Hermandad hubo de recortar su recorrido tomando la calle Miguel Barroso, Unión y Doctor Policarpo Lizcano para llegar al Altozano y entrar en San Francisco a paso de lluvia, para disgusto de hermanos y fieles, si bien al menos pudo realizar parte de su recorrido con normalidad.



   









      Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
 
     Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

     Jesús, volviéndose a ellas, dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?"
(Lc 23,26-31)

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