Como ya se hiciese en 2013, con motivo del 25 aniversario de la fusión de
la Cofradía de Jesús Caído y la Verónica
con la de La Dolorosa, se realizó en la Plaza de España un Encuentro entre los
Pasos de Misterio y de Palio, con vistosidad y sentimiento.
La Estación de Penitencia partió del Convento del RR PP Franciscanos a
las 22:00 horas, abriendo el cortejo procesional el Paso del Santísimo Cristo
de la Paciencia, precedido por la Banda de Cornetas y Tambores “Virgen
de los Dolores” de Herencia.
Seguía el Paso de Nuestra Señora de los Dolores, que en la Plaza de
España, tras el Encuentro reseñado volvió a ocupar su lugar habitual cerrando
la Estación de Penitencia. Musicalmente iba acompañado por la Asociación Banda
de Música de Alcázar de San Juan.
Cerraba el cortejo el Paso de Jesús Caído y la Verónica, empujado por
hermanos de la Cofradía, el cual tras el Encuentro en la Plaza ocupó el segundo
lugar en la representación catequética de la Estación de Penitencia.
La noche fue también muy calurosa, haciendo que hubiese numeroso público
hasta altas horas, especialmente en la entrada que suele ser de menor
concurrencia.
La organización fue buena, con cumplimiento perfecto de horarios,
resultando una Estación de Penitencia que llamaba a la meditación del misterio
que representa.
JESUS CAIDO, LA VERONICA Y LA DOLOROSA
El Evangelio no hace referencia a las caídas de Jesús, pero es lógico
que perdiera el equilibrio muchas veces. La pérdida de sangre por los
azotes, los dolores musculares insoportables, la tortura de la corona
de espinas, el peso del madero…, ¡no hay palabras para describir el dolor
que Cristo debió experimentar! Todos, alguna vez, hemos tropezado y caído
al suelo.
Cuando nosotros caemos… ¡Con qué rapidez nos levantamos para no hacer
el ridículo! Viendo a Jesús en el suelo y todos a su alrededor riendo con
sorna y dándole patadas para que se levantara. ¡Qué ridículo, qué humillación,
Dios mío!
Apareció Simón el Cirineo. Tuvo que aceptar ayudar a Jesús a la fuerza. Pero
al contacto con Él fue cambiando la actitud de su corazón y terminó compartiendo
la situación de aquel ajusticiado desconocido que, en silencio, lleva
un peso superior a sus débiles fuerzas. ¡Qué importante es descubrir lo
que pasa a nuestro alrededor, y tomar conciencia de las personas que nos
necesitan!
Una mujer, la Verónica, conmovida al ver el rostro del Señor lleno de
sangre, tierra y salivazos, sorteó valientemente a los soldados y llegó
hasta Él. Se quitó el pañuelo y le limpió la cara suavemente…Jesús en el
paño de la Verónica deja plasmado su rostro, que evoca el de tantos hombres
que han sido desfigurados por los comportamientos que destruyen a la persona
y la privan de su dignidad.
Y contemplando todo esto, su Madre, María, envuelta en un silencio que la
ahoga, solo puede dejar caer sus lágrimas. Ya lo veíamos el Viernes de Dolores ¡Qué
duras fueron aquellas horas!...
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