21 de abril de 2014


Jueves Santo es tarde grande en Alcázar. Después de los Oficios se suelen visitar los Monumentos al Santísimo que hay en cada Parroquia o Convento por miles de alcazareños.

Y entre Iglesia e Iglesia se contemplan las Estaciones de Penitencia del Jueves Santo. La primera de ellas LA ORACIÓN EN EL HUERTO, como popularmente es conocida, cuyo Paso de Misterio es uno de los más logrados y hermosos de nuestra Semana Santa aunque no se esté dignificando tan importante obra como se debe, guardado en el guardapasos de la Junta General de Cofradías, expuesto a las malas condiciones del sitio. 

Sea como fuere, el Paso de Nuestro Señor orando en el Huerto volvió a procesionar por las calles de Alcázar, como cada Jueves Santo, partiendo a las 20:00 horas de la Iglesia de la Santísima Trinidad.

Fue acompañado musicalmente por la Banda de Cornetas y Tambores “Los siete Pasos” de Herencia. Más hermanos que en otras ocasiones decidieron vestir su túnica y acompañar al Señor en la representación de uno de sus momentos más amargos, el de la aceptación del sufrimiento y muerte que iba a padecer.

Cerca de las 23:00 horas finalizó la Estación de Penitencia que transcurrió sin novedad y con mucho calor para la fecha, lo cual hizo que, sin duda, hubiese más público de lo habitual en todo el recorrido procesional.









LA ORACIÓN EN EL HUERTO
 

Después de la Última Cena, Jesús se dirige hacia Getsemaní. En aquel lugar vive el momento más dramático de su vida. Jesús experimenta los límites, siente miedo ante la inminencia de su muerte, se siente inseguro, lucha, no solamente por Él, sino también por nosotros.

Allí se choca con la realidad de la existencia misma, con su abismo, con sus límites. En el huerto de los olivos todo tiene una densidad mayor, todo es más real. Real como la vida y la muerte, real como la dureza de corazón de los dirigentes judíos, real como la indiferencia del pueblo, real como la torpeza y el miedo de los discípulos, real como la traición del amigo…


Los discípulos lo dejaron sólo, sin comprender la dimensión del momento que iban a vivir, ajenos a lo que iba a pasar, aunque Él se lo había dicho múltiples veces: “El Hijo del Hombre ha de padecer”… Duermen



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